jueves, 2 de agosto de 2007

Doce...

Doce pelos sobre las ramas del nido abrigaban los huevos en el hueco doce de la hora, mientras la aguja caía en el seis, Dietrich volvía de su viaje con tierra roja en sus bolsillos. Alzo su brazo con cansancio para saludar a la bella chica de la dulcería, quien sorprendida de verlo le hizo señas para que entrara. La puerta chillo doce veces hasta que apagó la briza que se escurría de la calle y sus pies sacudió contra el piso. Doce segundo duro el abrazo que él recibió y doce veces latió el corazón de Clara, pero el extremo agotamiento no lo dejo sentir. Doce preguntas ella le formulo antes de que él siquiera pudiera dar un respiro, sin entender hablaron largo y tendido, en realidad fueron solo doce minutos. Clara sacó de atrás del mostrador una bolsa de papel madera con once caramelos de apio y uno de naranja, él acepto agradecido el presente y se marcho. Cruzo la plaza y camino doce cuadras hasta su casa, se paro frente a la gran puerta de madera, metió la mano en la bolsa de caramelos y azarosamente saco el de naranja. Doce vueltas le dio la llave en la cerradura, subió los doce escalones y la puerta de su morada se abrió llevando consigo un beso significativamente feliz que choco contra sus labios. Después de cenar se amaron doce horas hasta el amanecer.
Eva pasó la noche en la plaza mirando las estrellas y su hermana Clara sin saber el camino a casa, durmió entre chocolates y lágrimas.

1 comentario:

Daniela Del Gobbo dijo...

muchas imágenes, olores, colores y sabores. siga, siga.
espero leerte más.